Lenguaje palabra satisfacción

Y cuando ya había matado las palabras...

Y qué se puede decir? Cuando había aprendido con tanto esfuerzo que nada se puede decir. Más aún cuando había aprendido a negar toda palabra... y me había vuelto muy bueno en eso.

Es un paradigma, algo irrefutable mientras no se mire desde afuera... la idea de que todo se puede negar es tan poderosa que es cegadora... y yo ya no vi más.

Y se vacían las felicidades vencidas. Al menos algunas... las que vienen atadas a verdades, las que necesitan de fe para dar satisfacción. Aunque vaya que se crean otras! Más... profundas? Menos artificiales? Se crean otras... al olvidar las grandes verdades fundadoras, los ideales máximos, los amores, queda más tiempo para (y la inminente necesidad animal de) aprovechar el placer de lo mundano. Cómo sabe de bien la sociedad cuando no se pretende su disfrute. Cómo llena el alma la canción de la radio cuando se está en el mar, de vacaciones de un trabajo rutinario, del que se obtienen satisfacciones tan normales... inmensas.

Contradictorio? No lo creo. Sorprendente... sin duda. El mundo del que siempre quice escapar resultó dando las felicidades más sencillas... y más grandes.

Suficiente... no. Me esforcé por entender la complejidad, por escapar de la normalidad, por salir de matrix... y decidí volver. Y no me quejo... lo pop es una de las decisiones más consiensudas, filosóficamente sustentadas, profundas y agradables que he tomado. Pero siempre salta el ruby tuesday inconforme... y poco le puedo negar.

Y sigo donde empecé... No encuentro razón para creer verdades, pero recuerdo las satisfacciones que dejaban. Y negarlas todas me llevó a acomodarme en lo más próximo y terrenal... y también encontré alegrías. Ahora no es suficiente. No bastan esas alegrías... necesito una satisfacción más grande. Construir. Para otros y para mí. Construir... una nueva búsqueda de satisfacción.